EDITORIAL
GISELA SMANIA
Psicoanalista en Córdoba, Argentina
El lector recibe a PSIne ya en su cuarto episodio. Una vez más, esta publicación del Programa de Investigación “Cine, psicoanálisis y otras miradas” del Instituto CIEC, insiste en hacer repiquetear la pregunta por la relación del psicoanálisis con el cine, sus afinidades y —por qué no también, como toda relación— su trenza imposible.
Sabemos con Lacan que el cine, tal como lo recuerda Xavier Esqué en este número, funciona como “un revelador sensible del malestar en la civilización”, como —podríamos agregar— una especie de daguerrotipo que imprime las marcas de su tiempo, sus impasses, sus derroteros. Un revelador sensible del que nos servimos entonces para tratar los asuntos que importan al psicoanálisis.
¿A qué se aproxima el cine hoy? ¿Con qué tipo de impresiones nos confronta? Si bien, como solemos decir, ya es un hecho que ha ingresado con su quimera en el principio de realidad y en la vida cotidiana, prestando sus ficciones, la fuerza de un relato o la pregnancia de una imagen, o simplemente revelando la puesta a punto de los gustos, estamos a su vez advertidos que nos toca no perder de vista su valor de objeto, de la cultura, del mercado.
Entonces, este oficio ciertamente vanidoso del cine, con todas las mutaciones que ha sabido soportar, participa también en su condición de producto del muladar de la cultura. Y es precisamente entre esos restos exquisitos que el psicoanalista puede bucear, para encontrar en ocasiones, ya sea en la palabra de un analizante, o sencillamente en una pieza fílmica, aquellos detalles que se arriman, que enriquecen nuestros campos de discusión, nuestro propio corpus conceptual.
Ese es el lugar posible que el psicoanálisis distingue para el arte en su carácter de interpelación, que lleva consigo, en su delantera, una producción de objetos que no están dispuestos a dejarse trasuntar con el sentido común y la debilidad generalizada y de los que podemos extraer el anhelo de una manifestación singular.
Estas son sólo algunas ideas iniciales que hablan del espíritu que acompaña lo escrito en cada línea de PSIne N° 4. Dejamos ahora sí al lector hacer lo suyo.