EDITORIAL
PSICOANALICÉFILOS, ¿QUIÉN DIJO QUE EL CINE ESTÁ MUERTO?
DIANA PAULOZKY
Psicoanalista (AME) en Córdoba
No desconozco que «Psicoanalicéfilos» es una palabra inventada. ¿Por qué no? ¡Se inventan tantas cosas! Se crean nuevos productos, nuevos miedos, nuevos imperativos de goce ¡y hasta nuevos muros! ¿Por qué no una palabra?
Además, me gusta la condensación porque nos diferencia y remite también a quiénes nos dirigimos.
Nos diferencia de aquellos que simplemente gustan de ver películas, que ven cine como un pasatiempo —aun cuando sea todo el tiempo—. No es suficiente ser aficionado al cine.
El cinéfilo, es quien vive el cine con pasión, como un arte, o sea, lo abraza como una forma de vida, como una experiencia que lo atraviesa y conmueve. El cinéfilo se siente tomado por las películas y las revisa una y otra vez, las explora y averigua qué hay de novedoso e importante en cada una de ellas. En suma, se deja mirar y sorprender por ellas, cada vez.
Somos cinéfilos y por eso siempre mantenemos una sección con ese nombre en nuestra revista.
Pero hay algo más, porque somos psicoanalistas, y como sabemos, el cine y el psicoanálisis nacieron juntos, contemporáneos, hermanados para siempre como síntomas de un mismo real.
Tal vez sea por eso, porque se hicieron juntos, que desde «Cuéntame tu vida» en adelante, el psicoanálisis está presente y se entrelaza en sus guiones, del mismo modo que nosotros, psicoanalistas, nos servimos del cine en tanto producto cultural que nos llama a pensar la época que transcurre y nos cuenta en sus movimientos, en sus relatos y nos permite avanzar descubriendo sus escenas y sus divinos detalles.
Recordemos que el cine, que también se hace de retazos, no sin una orientación, se construye en tanto producto, más allá de sus actores e incluso, más allá de su realizador.
¡Aquí estamos! Hemos pasado ya por «El instante de la mirada», hemos ido «Del relato al detalle» y ahora, en nuestro tercer número, empezamos a pensarnos conjuntamente con el cine, como una pareja sintomática. Y digo empezamos, porque es una invitación a seguir en un replanteo vivo que nos hace existir.
Al mismo tiempo es un intento de responder al fuerte planteo de Eric Laurent (2016) cuando nos dice en PSIne 2, que el cine ha muerto, que su áurea se ha desplazado a las series.
¿Es que la comodidad le ha ganado a la profundidad? No nos sorprendemos en estos tiempos de relaciones líquidas, en el decir de Bauman que lo adictivo, lo que está más a mano nos atrape.
Y es un hecho que en el imperio de la inmediatez y voracidad ilimitada, el agalma se haya corrido a las series. Ellas constituyen un nuevo síntoma de nuestra civilización. Por eso, damos otra vuelta por sus producciones.
Pero hoy, provocativamente invitamos al debate: ¿Quién dice que el cine ha muerto?
Tal vez, como lo sugiere Marcelo Barros en estas páginas, el capitalismo va decretando la muerte de sus productos a medida que inventa otros nuevos a su conveniencia.
Y de hecho, el vaticinio nos toca muy de cerca. También se ha decretado en muchos momentos la muerte del psicoanálisis ¡con sus libros negros! Y aquí estamos, más vivos que nunca, diciendo: «esos muertos que matais, gozan de buena salud».
Como nos dice Jorge Chamorro en su entrevista, ambos, cine y psicoanálisis son respuestas a lo real, que también hacen construir nuevas y diferentes realidades.
Sabemos que Freud ha cambiado los semblantes de su época, marcando un antes y un después de la invención del psicoanálisis. También el mundo fue otro después de que un tren irrumpió en una sala produciendo un cine que transcribía la realidad con los hermanos Lumière (1885) o un poco más tarde con la magia de Méliès, que apostaba a la invención.
Mucho después, el avance de la técnica, ha producido diversas crisis debido a la pantalla chica, a la invención de ese pequeño objeto, llamado control, en los años ‘80 y también la posibilidad del cine en cada casa…
Entonces decimos que hay una lógica que explica que el cine se va aggiornando, construyéndose a sí mismo como un síntoma del devenir.
Lo que creo que merece un análisis más amplio es la disminución del entusiasmo de los cinéfilos, esos que hoy añoran nostálgicamente a Godard o Resnais y que no terminan de encontrarse en las nuevas pantallas. Es cierto que hubo grandes innovadores que marcaron un estilo captando y orientando los sesenta. Sin embargo, hoy constatamos que hay más diversidad con importantes cineastas que nos entregan grandes películas, sin necesariamente ser innovadores.
Y es interesante ver que son ellos, los mismos cineastas, los que van cambiando, como Almodóvar desde su Mujeres al borde… (1988) hasta Julieta (2016). Lo podrán leer en nuestras páginas.
Nos dirigimos entonces, a los PSIcoanalicéfilos, los invitamos a tomar nuestros productos, para seguir haciendo avanzar el pensamiento con estos, nuestros aportes que nos recrean vez a vez.
En todo caso seguimos la línea de Susan Sontag cuando decía que si el cine puede ser revivido, es gracias a un nuevo género de amor por él, al nacimiento de un nuevo tipo de amor entre nosotros y el cine. Subrayo ‘un nuevo tipo de amor’.
Y efectivamente, mientras pensaba este punto, aparece en el cine la nueva producción de Damien Chazelle, el musical La La Land (2016), haciendo referencia ya en su título a la música la, la, la y a Hollywood, la tierra de L.A. —Los Ángeles—.
Este jóven director nos responde con su amor al cine homenajeándolo en su construcción poética. Hace un musical como de los años ‘60. Entrecruza los deseos y ambiciones de dos soñadores. Es una historia de amor sin final feliz. No hay una sola escena de violencia ni de sexo y se da el gusto de terminar con la irónica aclaración que ¡está hecha en Hollywood!
Estoy segura que Susan Sontag estaría contenta al verla.
Es la recreación de un nuevo género, o la invención de un nuevo amor…por el cine, que a nosotros, en tanto psicoanalistas, nos sirve de respuesta y de puntapié para pensar al cine como síntoma.
En suma es nuestra manera de reavivar ese lazo amoroso, y de hecho sintomático, que desde hace más de 120 años nos empareja.
¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS?
VIDEOENTREVISTA A JORGE CHAMORRO
«Yo lo pienso como respuestas a lo real, como efectos de confrontación a lo real. Me parece que esa confrontación a lo real es lo que hace al pasaje del tiempo de la ilustración, todo tiene una razón, a algo que escapa a la razón, que finalmente termina siendo lo real; y el psicoanálisis es una respuesta a eso que no puede ser absorbido por la razón […]»
Por Diana Paulozky
CINE Y PSICOANÁLISIS: SÍNTOMA Y SABER EN EL ABISMO
«- La condición para el psicoanálisis entrometerse en un campo ajeno como el del cine es a través de la demostración de su imposibilidad. El psicoanálisis se vuelve pertinente cuando funciona como agujero en el saber […]»
Por Marcela Antelo y Felipe Monteiro
DOSSIER HOMELAND
HOMELAND Y LA EUFORIA MANÍACA
«Mediante la promoción de un hedonismo individualista fundado en el consumo, el sujeto tiene la ilusión de ser el autor de su propia identidad, la fantasía de ser un self made man. Es en este espejismo en el que se apoyan los libros de autoayuda, el coaching y otras propuestas de la posmodernidad […]»
Por José Vidal
PSINÉFILOS
DEPARTAMENTOS DEL CIEC
ZAPPING POR LAS SERIES
15.000.000 DE MÉRITOS, UNA PANTALLA QUE NOS HACE MIRADA
«El psicoanálisis nos permite situar -aún actualmente, y aún bajo las condiciones de un futuro anticipado con algo de ironía en Black Mirror-, una perspectiva en la cual el sujeto encuentra recursos, para interceptar algo de su singularidad frente al aplastamiento subjetivo del capitalismo hipermoderno […]»
Por Norma Alicia Sierra
¿DE QUÉ MIERDA HABLAN HOUSE OF CARDS Y SHOW ME A HERO?
«Frank Underwood y Nick Wasickso habitan la política desde los desechos. Ambos hacen lo que nadie querría hacer y no dudan a la hora de actuar. En ambos casos, la mierda parece ser lo que determina el cenit y el nadir del hombre público actual […]»
Por Juan Pablo Duarte
EL CINE EN CRISIS Y EL ADVENIMIENTO DE LAS SEIS ESCENAS
«Revisar nuestra práctica, no con añoranza de tiempos pasados –esos en los que elegíamos y disfrutábamos de un buen film–, sino agiornando un hacer clínico a lo que los sujetos de hoy pueden soportar, siempre teniendo cómo brújula lo invariante de los principios del psicoanálisis […]»
Por Lorena Beloso