COSAS DE MADRES
Comentario sobre la serie Big Little Lies

GABRIELA GRINBAUM
Psicoanalista en Bs. As., Argentina

«Pasan cosas lindas en una familia” era el slogan que la publicidad de Crespi llevó a la pantalla chica y quedó en la memoria argentina conformando una suerte de serie de doce spots en el que la familia tipo, si podemos nombrarla así, iba pasando por las etapas que se esperan, encuentro amoroso, embarazo, hijxs, y el tío francés…

El siglo XXI no creo podría alojar ese famosísimo comercial.

Big Little Lies  (HBO: 2017-2019)… es una ilustración de las familias contemporáneas.

Serie producida por la cadena de cable HBO, Big Little Lies, una serie americana, cuya primera temporada se estrenó en febrero del año 2017. Está basada en un libro homónimo de la escritora australiana Liane Moriarty. La historia se sitúa en Monterrey, un pueblo del Norte de California sobre la costa del Pacífico. Tiene como protagonistas a cinco mujeres, a las que las llaman en la comunidad “las cinco de Monterrey”.

Mi personaje favorito, Madeline. Se ocupa de todo y está en todas partes. Me gustaría tenerla de amiga. Me parece espectacular el tema de las mujeres y sus amigas. No la mueve el amor a la pareja, ni siquiera el amor a ese con quien tiene una historieta en algún momento de la serie, el profesor de teatro. A ella la mueven las amigas, y eso nos pasa a las mujeres, a nosotras nos mueven las amigas.

La serie quedó asociada al movimiento feminista Me Too. Uno no encuentra aquí ni la estética feminista, ya que no rompe de ninguna manera con la belleza hegemónica, son todas de una belleza estandarizada clásica extrema. Quiero decir, se puede ser feminista con tacos altos, por supuesto, pero me parece que hay algo ahí, de los temas que habitualmente uno espera encontrar en la literatura feminista, que no están. No aparece el reconocimiento de las desigualdades, no aparece el reclamo por la igualdad y la justicia, la denuncia por la violencia que sufren las mujeres por el solo hecho de ser mujeres. No conozco mucho el movimiento Me Too pero no se parecen a nuestras guerreras del Ni Una Menos, ni a nuestras chicas del Congreso pernoctando para conseguir la Ley del aborto. Desde esa perspectiva, no pareciera una serie feminista. Pero hay algo que me parece interesante de Reese Witherspoon, la protagonista y productora. Ella comenta que ya estaba harta de leer los guiones que le traían para hacer películas y en donde siempre estaba “la damisela en apuros” que se encontraba en una situación de peligro o de crisis y se dirigía a un hombre a quien le preguntaba “¿y ahora qué hacemos?”. Lo dice genial, y pregunta si conocen a alguna mujer que en ese momento se dirige a un hombre a preguntarle qué hacemos. Y es su madre que le dice: “Si tanto te jode lo que está pasando, vos sabés cómo se hacen las cosas, hacelas vos y hacelas bien”. Entonces, éste fue el puntapié para que ella monte su productora, que se llama Hello Sunshine, y arma una productora feminista porque ella está, justamente, harta de esta situación y quiere hacer historias protagonizadas por mujeres contadas por mujeres. Y Big Little Lies, es el relato de mujeres contado por mujeres. Eso es una movida cultural y política importante. Este libro que a ella le encantó, decidió comprar los derechos junto a Nicole Kidman para hacer de él una serie para televisión.

De la única pareja que algo de su vida íntima sexual podemos conocer es la de Celeste Wright, personaje que interpreta Nicole Kidman. Practican el sadomasoquismo. Para el psicoanálisis, el modo de gozar es siempre queer. Hay tantos goces como sujetos en el mundo. Entonces, en un principio el espectador supone que hay el consentimiento de ambos a ese modo de gozar. Hasta que, avanza en la dirección en donde empezás a pesquisar la angustia que le suscita a Celesta esa práctica. Ella en un momento le sugiere a él hacer terapia, bajo la pregunta “¿por qué necesitamos de la ira para tener sexo?” (1.5). Es interesante como la analista empieza a poner en cuestión si verdaderamente se trata de su modo de gozar. Vayamos a Freud a su artículo El problema económico del masoquismo, texto de 1924 donde sitúa el masoquismo femenino. Ustedes saben que Freud siempre tuvo la pregunta ¿por qué quiere una mujer?, y siempre reconoció a lo largo de su investigación la dificultad que se le había presentado en torno al enigma de qué quiere una mujer, el enigma de lo femenino. Freud, en algún momento parece contentarse con la respuesta acerca del masoquismo femenino. Incluso le pidió a sus discípulas que sigan la investigación acerca del enigma femenino y les pidió también avanzar en torno a esta pregunta por el masoquismo femenino. Fue justamente Helene Deutsch quien le da unas vueltas a esta noción de Freud, y ella sigue, de alguna manera, sosteniendo esa idea. Dice cosas con las que yo estoy un poquito de acuerdo, por supuesto que no con el masoquismo femenino. Y ahora vamos a ir a ese punto, porque Lacan, por supuesto, rechaza esta idea del masoquismo femenino. Pero bueno, Helene Deutsch dice en un momento: “La mujer soporta más el dolor que el hombre”  Y eso es un poco cierto. En tiempos de pandemia, por lo menos, tuve la experiencia de ver cómo los hombres cocinan un poco más de lo habitual y cuando un hombre se quema el dedo, es una catástrofe. Las mujeres nos podemos quemar el brazo entero y nadie se entera. Hay algo cierto en esta cuestión. Cuando Lacan (1960 [2015]) rechaza absolutamente la noción del masoquismo femenino, en Ideas Directivas para un Congreso de Sexualidad Femenina, dice: “El masoquismo femenino es el fantasma del hombre.”  Pero ¿de dónde surge semejante confusión? Quizás en algunos casos la histeria, en su flexibilidad a nivel del fantasma, quizás identificada justamente al deseo del hombre, puede terminar gozando del fantasma del hombre. Y por la estructura misma del deseo en tanto que deseo del otro en la histeria. La analista de la serie, por medio de intervenciones y de rectificaciones subjetivas, la conduce a la caída de esa identificación.

Para Freud, los artistas toman la delantera, y señaló que para continuar la investigación acerca del enigma de lo femenino, había que buscarlo en los poetas. Por suerte Freud dejó como enigma la pregunta por lo femenino. Hubiese sido una catástrofe que diese una respuesta. Pero, lo más genial que pasó en la historia del psicoanálisis con respecto a la mujer es que eso haya quedado en silencio y eso también nos invita a las mujeres, a cada una, una por una, a construir cada versión de lo femenino. No hay una respuesta, y la serie nos permite encontrar un abanico de distintas posiciones femeninas e histéricas, pero no podemos decir: ahí está lo femenino. Como a veces sí podemos decir: ahí está la verdadera mujer.

Si bien de entrada nos anoticiamos que hubo un asesinato, no tenemos la menor idea de quién es el asesino, ni siquiera sabemos quién es el muerto. Toda la serie transcurre en la previa. Donde se teje ese pacto de silencio entre las mujeres. De eso ni mu, es inquebrantable. No sabemos quién mató, pero de alguna manera, para volver a lo que estamos diciendo, sí puedo decir, así como no podemos ubicar la posición femenina, lo que sí me parece que podemos encontrar en ese acto es algo bastante parecido al acto de verdadera mujer. La verdadera mujer no es lo mismo que la posición femenina. Vayamos a La Juventud de Gide donde Lacan (1984 [1958]) se refiere a la verdadera mujer. Toma a la Madelaine de Gide y a Medea. Pero, insisto, la verdadera mujer no puede ser una verdadera mujer todo el tiempo, es en un momento determinado, donde se pierde absolutamente el tener en nombre del ser.

Hay una cita de Miller (1993) en De mujeres y semblantes que es hermosa. Dice: “lo femenino en una mujer se mide por su distancia subjetiva del ser madre” (p. 90). Entonces, acá nos resulta difícil encontrar algo de lo femenino porque no tenemos esa buena distancia respecto al ser madre de estas mujeres.

El semblante tiene una raíz latina simĭlis que quiere decir fingir. En la serie hay mucho de eso, nada es lo que parece. Es eso lo que, justamente, a lo largo de la serie, si bien tenemos la escena uno con ese asesinato y después todo transcurre porque es la previa de ese asesinato, a lo largo de la serie están ininterrumpidamente los momentos de la policía con los testigos. Y hay un intento fallido todo el tiempo en hacer caer los velos. Yo que vengo del teatro, me remite mucho a la función del coro en el teatro griego. La función del coro que tiene un poco esa función de decir la verdad de los personajes, de denunciar la moral, la religión.

Vamos a hablar de los hombres de la serie.

Podría decir que hay tres hombres: Nathan, el hombre clásico, que es el primer marido de Madeline. Ed, el actual marido de Madeline es el más interesante de todos. Él la ama perdidamente, pero no desde el lugar del propietario, es un amor verdadero en el sentido que la deja ir, hacer, jugar con las amigas, coquetear con el profesor de teatro. Es genial, porque es él quien está en la casa, es él quien hace las compras, cocina, hace las tareas con la hija. Es un hombre de la época, totalmente feminizado en tanto que ama sin esperar nada a cambio. ¡Cómo la mira! Le arma el show, ella llega un día y está disfrazado de Elvis Presley, y una la quiere matar a ella que lo mira con desprecio. Tiene respecto al amor una posición verdaderamente femenina. Soporta el no tener y puede dar lo que no tiene. Porque fíjate que ni te enteras que es él quien tiene el dinero, el que entrega la tarjeta de crédito. Él es el que banca todo, ella se presenta de entrada cuando conoce a Jane Chapman, la nueva, como madre y ama de casa. No como mujer, como madre y ama de casa. Y vive como vive porque él es el que mantiene todo, pero no te enterás. Eso es un hombre, él es genial.

Otro hombre es el esposo de Renata Klein, ella es una profesional sumamente exitosa, personaje que interpreta la maravillosa Laura Dern. Es un burgués absolutamente infantil y vanidoso en donde todo el tiempo lo que se juega es al nivel del tener o no tener. No pasa por el ser, y ella entra en esa dialéctica del tener o no tener.

Ahora les toca a los hijos…

Un personaje hermosísimo es el de Chloe, la hija de Madie, que la denuncia todo el tiempo. Denuncia el falo materno, porque podría ser estragada por esa madre pero no parece de ninguna manera. Más bien, se pasa criticándola, pero de la buena manera. Se ríe, que su mamá habla demasiado, que se mete en problemas… Una la quiere de amiga, pero no sé si de madre.

El otro personaje que es precioso es el de Ziggy, ese hijo producto de la violación.

Otro personaje que es bastante central y no lo hemos tocado es el personaje de Jane Chapman, que es la que llega y se integra rápidamente, adoptada por Maddie, que la acompaña a la justicia porque ella tiene esa posición, como describe el primer Lacan a la histérica, ese lazo a la verdad y la justicia. Ella va hacer justicia por esa chica, y va a buscar a quién la violó. Todo el tiempo, va a pelear para que ese niño que fue víctima de bullying sea invitado a dónde no está siendo invitado.

Piezas sueltas de Big Little Lies que nos permiten pensar con el psicoanálisis madres, padres, hijos de nuestros tiempos.

Agradezco a Juan Pablo Duarte la posibilidad de conversar sobre esta serie en el Instagram de Psicoanálisis en Series de TV.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Freud, S. (1961 [1924]) “El problema económico del masoquismo” en El yo y el ello y otras obras. Volumen 19, Buenos Aires: Amorrortu editores.

  • Lacan, J. (1960 [2015]) “Ideas Directivas para un Congreso de Sexualidad Femenina» en Escritos 2. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

  • Lacan, J. (1984 [1958]). «Juventud de Gide, o la letra y el deseo», en Escritos 2. Buenos Aires, Siglo veintiuno.

  • Miller J. (1993) De mujeres y Semblantes, Bs. As, Cuadernos del Pasador 1.