SIN RECETAS DE FAMILIA: PEQUEÑOS FUEGOS EN LOS QUE SE CUECEN HABAS

BETTY NAGORNY
Psicoanalista en Bs. As., Argentina

No hay camino tan llano —replicó Sancho—, que no tenga algún tropezón
o barranco; en otras casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas.
Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha

la miniserie Pequeños Fuegos por todas partes, emitida por Hulu (2020) y producida por la empresa de una de sus protagonistas, Reese Witherspoon, nos invita desde el primer momento a situarnos en el final de una historia. Seremos espectadores de allí en más de varios relatos en donde lo que se quiere y se calcula conseguir ⎯mediante diferentes recursos⎯ no solo se ve interpuesto por lo imposible de sofocar, sino que empiezan a sumarse cuestiones que, en su mayoría, son producto del encuentro con lo diferente y van generando en cada capítulo el combustible para el encendido de los pequeños fuegos…

La trama transcurre en el pueblo de Shaker Heights en el estado de Ohio en Estados Unidos, lugar donde se crió y pasó su adolescencia la autora de la novela homónima en la cual se basa la serie, Celeste Ng. Fue fundada por un grupo de cuáqueros quienes, desde una extrema y estricta práctica religiosa protestante, pregonaban que el vivir con rectitud no solamente era una cuestión de conducta personal y moral social, sino también se reflejaba en la planificación urbana que debía cumplir con un trazado racional que incluía fachadas iguales, lugares establecidos para cada cosa, altura del pasto común a todas las viviendas, etc.

Todo previsto para que nada salga de “su” sitio. Los Richardson constituyen la familia modelo; cumplen (por lo menos en su apariencia como las de la urbanización) con el paradigma deseable, con el ideal de los principios fundacionales de la ciudad: padre abogado exitoso, madre abnegada, hijos que ⎯por las buenas o por las malas⎯ arman la foto familiar acorde al ideal que en un flashback se revela como el sueño de juventud de Elena Richardson (Reese Witherspoon). Como espectadores asistimos a su camino hasta concretarlo, en paralelo también se relata el derrotero de otra joven…

En el primer episodio todo se sostiene en una aparente estabilidad y la experiencia parece resultar exitosa, hasta la llegada de Mia (Kerry Washington) y Pearl (Lexi Underwood), madre e hija de origen afroamericano, en un auto destartalado que desentona con el ambiente armónico del pueblo. Elena, solícita, las acomoda, pero sus mejores intenciones no sólo no contribuyen a homogeneizar a las nuevas habitantes al “paisaje”, sino que la introducción de ellas y sus características confronta a todos los integrantes de la Comunidad con una otredad que enrarece lo propio, despierta de su sueño que en algunos casos se devela como sopor y en otros como pesadilla.

Lo ominoso, la segregación, la adolescencia, la amistad, el arte, la sexualidad, el feminismo, el racismo, la desigualdad constituyen diferentes ejes que la serie nos permitiría explorar. Desde lo familiar, tema de esta entrega, elijo destacar el de la maternidad. En las diferentes maneras de dar curso (o no) a ser madres, encontramos el absoluto fracaso de la “buena manera” de serlo o desarrollarlo. No hay la receta, ni la fórmula, ni la planificación que, al modo del sueño de Shaker, lo permita.

En la serie encontramos, en cambio, diferentes maternidades que se producen a través de embarazos deseados, impensados, subrogados o interrumpidos, madres biológicas, adoptivas, sujetas a lo legal o a posibilidades de clase. La maternidad es el terreno, el caldero hirviente, en el cual las protagonistas antagónicas, y sus alfiles en la historia paralela de la bebé china, se enfrentarán para llevar a la platea a plantearse: ¿Qué es una madre?, ¿Cómo se constituye?, ¿Qué la avala?, ¿Quién lo decide?, ¿Se proclama en nombre de la ley o de los hijos?

Encontramos madres que a la vez fueron hijas de madres biológicas o simbólicas, que facilitaron vocaciones o las obstaculizaron, escucharon deseos de sus hijos o se rigieron por los propios ideales sociales o religiosos.

Son los hijos los que hacen que Elena y Mia se acerquen ⎯y distancien⎯ despertando en cada una la curiosidad por la otra en tanto son ellos quienes las invisten como atractivas. A lo largo de la serie vemos gestarse lazos, nuevos conjuntos por afinidades y compensaciones, que en ocasiones sustituyen los de origen.

Al decir de Jacques-Alain Miller (1993) en el texto Cosas de Familia en el Inconsciente, publicado en la Revista Mediodicho N°32, corremos con la tentación de pensar la Familia como lo natural al modo del reino animal pero lo que encontramos son invenciones que a lo largo de la historia ⎯y de cada historia⎯ la conforman de diferente manera. Particularmente la serie nos hace ver familias en cuyo origen hay secretos, rechazos, huidas, modos de gozar de la madre y muchas otras cuestiones que han hecho de lo no dicho el elemento esencial de la constitución de la misma. A la vez es lo que arma los pequeños fuegos que devienen en incontrolable incendio. La esperanza queda del lado de lo que Mia propone a la vera de la ruta mientras gesta a su beba: la ilusión de un terreno más fértil luego de quemar lo existente hasta el momento.

Familias con o sin familiaridades, ninguna es igual pero en todas se cuecen habas

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Miller, J-A. (1993) “Cosas de familia en el inconsciente” en Mediodicho Nº32. Maldita familia. Córdoba: EOL Sección Córdoba.