El proyecto de formar una familia puede sonar a un ideal de índole clásico como respuesta a un modelo conservador de siglos pasados. Incluso un concepto aferrado a concepciones de tradiciones institucionales anquilosadas efecto de la influencia de la iglesia, o de regímenes políticos de antaño.
La cultura de los “solos” puede brindar cierta imagen de deseo de autonomía, independencia y libertad que lleve como condición sine qua non la renuncia a formar una familia, o más aún, un rechazo por ella.
Es cierto que algunos de los principios que antes regían a la institución familia, estaban sostenidos inflexiblemente por la conformación de la pareja monogámica producto de la unión de un hombre y una mujer con su descendencia. La progenie llevaba la marca de una identidad sexual predeterminada por la naturaleza orgánica. La biología era el destino. Tener o no tener genitales marcaban una lógica binaria proveniente de una perspectiva de corte naturalista y normalizador, que afirmaría que hay una sexualidad normal y natural.
De allí el que no se reconociera en esa “identidad sexual natural” era rechazado, segregado de la sociedad y muchas veces de su grupo familiar de origen.
Algunos de éstos hechos se encuentran ilustrados en la serie Pose (Fox Premium series, 2018): un joven es expulsado del seno familiar, de manera brutal por su padre tras descubrir sus “inclinaciones” homosexuales. La escena devela algo que no es solo ficción.
Pose es una serie de origen americano, la trama de la historia se desarrolla en la zona de Harlem alrededor del año 1986 y muestra la forma de vida de las minorías entre las minorías de la sociedad neoyorquina de los 80.
En medio del gran conservadurismo que llevaba Ronald Reagan a la cabeza, el ascenso del imperio de Trump y sus yuppies, se advierte el violento rechazo que padecen los grupos afroamericanos y latinos, particularmente trans. Pose se inspira en el documental filmado en la segunda mitad de la década de los 80: París is burning (Jenny Livingston, 1990), incluso ésta serie actual contó con su directora como productora consulta. Es así que muchos de los personajes de Pose están inspirados en la vida real de algunos sujetos que participan en éste documental. No es ficción la vivencia de la segregación de aquellos que quitaban el velo a la no hay relación entre anatomía, género e identidad sexual. No es ficción el deseo de formar una familia.
Investigando el encuentro que en Harlem a finales de los 60, algunas mujeres trans de origen afroamericano, por la discriminación que sufrían en los concursos de belleza, comenzaron a organizar sus propios bailes de salón –o balls-, creando así un espacio queer que permitiera defenderlos de la marginación por su raza, género y orientación sexual.
En 1977, una de las reinas más relevantes, Crystal Labeija, organizó una ball bajo el nombre de su propia casa, House of Labeija, instaurando el sistema de casas de la cultura ballroom: los expulsados del hogar formaban hogar.
La serie pone de manifiesto que formar una familia puede ser anti conservador, revolucionario y es cuestión de deseo.
Las houses se multiplicaron y de esa manera se formaron familias con el objetivo de garantizar la protección de los mismos y otorgarles un sentido de pertenencia. Al frente de cada una de ellas alguien encarnaba ser un «padre» o una «madre».
De la casa Xtravaganza, refieren: – “se sienten solos en el mundo, sienten un vacío enorme… y por eso éstas familias surgieron, porque todos necesitamos de un nombre” (Paris is burning) De ese modo todos usan como apellido el nombre de la casa a la que pertenecen.
Pose evidencia que la familia podrá ir cambiando, roles, formas, composiciones; pero no está en riesgo de extinción. Formar familia puede ser subversivo, siempre que el amor a la diferencia sea su eje. El goce singular, inclasificable, siempre queer, del uno solo, no exime el espacio de circulación libidinal, que implica una familia. Las house se siguen creando hoy.
 
											
				