COMENTARIO SOBRE LA PELÍCULA UN ASUNTO DE FAMILIA

DIANA PALMA
IOM Mendoza

Somos una familia o Un asunto de familia (Koreeda, 2018), es una película Japonesa de Hirokazu Koreeda, del año 2018 cuyo título internacional es Shoplifters algo así como Rateros de tienda.

Me resultó interesante ver cómo los tres títulos podrían ser orientadores para pensar la película, dos de ellos tienen en común la palabra “familia”, el primero es una afirmación, de tal manera que la propuesta es una invitación a ver qué hace particular a esta familia; en el segundo título, “familia” se combina la palabra “asuntos”.

La palabra “asuntos” es una interesante elección para describir lo que en esta familia  acontece porque abre a dos vertientes posibles: una que podría incluir el nombre del título internacional Rateros de tienda, ya que, una de las acepciones de dicho término es “suceso notorio o escandaloso”, si bien ser rateros podría no ser escandaloso y de hecho se muestra casi como una diablura infantil, asesinar a alguien sí y enterrar muertos en el domicilio y no declarar su muerte fingiendo que siguen vivos, más.

Otra de las vertientes de la palabra “asunto” hace mención a lo amoroso: “relación amorosa, más o menos secreta”. No cuestionaremos ninguno de estos dos aspectos, en la trama los lazos amorosos están presentes y lo que se oculta o queda más o menos secreto está claro desde un principio, todos se tienen que esconder cuando visitan a la abuela, no se puede saber que todos ellos viven ahí.

Al avanzar la película, se ve cómo oscila entre dos extremos muy tramados entre sí, por un lado están los lazos amorosos entre sus miembros, compartir, solidaridad,  el cuidado, la protección y el cariño, y por el otro, que va apareciendo de a poco, el raterismo de entrada para luego arribar a las muertes y los secretos. Éste último merece mención especial, ocultar una niña ajena como si fuera algo común, ocultar un asesinato, ocultar muertos, ocultar que los padres de Aki (Mayu Matsuoka) le dan dinero a la abuela, son muchas cosas ocultas que están presentes y hacen a la trama, en definitiva, hay  mucho de lo no dicho.

Si los unen lazos de sangre, sería lo que menos importa, por bastante tiempo no sabemos bien cuál es el origen de los vínculos o cómo son bien las relaciones. Parafraseando a Simone de Beauvor: “familia no se nace, se hace”, y es lo que con delicadeza y sencillez vemos a lo largo de la película, cómo se ha ido armando y qué lugar ocupa cada personaje.

Lacan (1978) en su temprano artículo sobre los complejos familiares donde hace pasar la familia del mito a la estructura, plantea que lo materno y lo paterno son funciones, y en ese mismo texto dirá que los instintos son, en la especie humana, el conocimiento de las modificaciones paradójicas de la necesidad.

En el film, todos y cada uno: Osamu (Lily Franky), Nobuyo (Sakura Andō), Hatsue (Kirin Kiki), Aki, Shota (Kairi Jō) y luego Yuri (Miyu Sasaki), conviven bajo el mismo techo y se necesitan,  ya sea el factor económico, el resguardo, el cuidado o la protección, o por lo que sea, todos  y cada uno de ellos decidan quedarse.

Más allá de la historia que construye el argumento, la película muestra aspectos muy interesantes de la vida en Japón, los metros cuadrados donde los personajes habitan retratan la forma de vida de millones de japoneses en Tokio, en la pobreza, la marginalidad y el hacinamiento de una clase obrera.

Un detalle y que no es poca cosa en lo cultural, es la escena donde Osamu y Nobuyo tienen un encuentro sexual. La insinuación de ella lo toma, si se observa bien, por sorpresa, Osamu extrañado, acepta y la pasan muy bien, juegan y se divierten. Sin embargo la idea de que una pareja casada pueda disfrutar de la vida conyugal nunca ha llegado a penetrar en la sociedad japonesa. El matrimonio en Japón es un lugar de renunciamiento a muchos privilegios individuales y tener hijos a veces llega a ser la única excepción (Yuki, 2013).

Una de las funciones universales de la familia, es “ser sostén de sus miembros” (Brousse, 2005) y aunque lo que se sostenga para cada uno de los integrantes sea heterogéneo (no podría ser de otra manera) “esta familia” lo logra, funciona. Yuri no quiere volver con su madre, sabe de lo que se trata, elige el cariño y el cuidado que le profesan. Cuando le cambian su aspecto, ella, con su corta edad, consiente, lo sabemos, los niños consienten y les cabe su parte de responsabilidad subjetiva.

Una de las escenas finales llega como una perla, algo que en la trama está siempre flotando: ¿aceptará Shota a Osamu como su padre? La escena: se han despedido, pareciera que no volverán a verse, el micro se aleja, Osamu corre, Shota no vuelve la vista atrás, y solo cuando sabe que ya no será descubierto mirando, se da vuelta y dice con su cara pegada a la ventanilla “papá”. Osamu no escucha lo dicho y no sabemos qué pasará, pero Shota lo elige como padre, es conmovedor.

Para finalizar tomo a Miller (1993) en Cosas de familia en el inconsciente: el ser humano, inacabado, necesita del cuidado de los otros. En las familia, siempre hay algo que resolver, y, entre otras cosas, sus miembros se unen alrededor del secreto, de lo no dicho.

Como se verá, este film no defrauda en ninguno de esos sentidos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Brousse, M-H. (2005) “Un neologismo de actualidad: la parentalidad” en Revista de La cause freudiaenne N°60, “Les nouvelles utopies de la familia”. París: l´École de la Cause Freudienne.

  • Lacan, J. (1978) “Estructura cultural de la familia humana” en La Familia. Buenos Aires: Argonauta. Biblioteca de Psicoanálisis.

  • Miller, J-A. (1993) “Cosas de familia en el inconsciente” en Mediodicho N°32. Maldita familia. Córdoba: EOL Sección Córdoba.

  • Yuki, S. (2013) La familia japonesa: valores cambiantes en un sistema inmóvil. Nippon.com. Una ventana a Japón. Recuperado de: https://www.nippon.com/es/currents/d00095/