HACER LUGAR A LA DIFERENCIA

NICOLÁS HERREA
Psicólogo en Córdoba, Argentina
Con distintos grados y matices, en todas las sociedades aparece el valor de la tolerancia en términos de requisito para la vida humana en común, en un mundo que es esencial y evidentemente diverso.
Pero la tolerancia (del gr. tollere, soportar) frente a aquello que en principio resulta distinto, opuesto o diferente encuentra rápidamente un punto paradojal cuando se intentan abordar los contenidos concretos de este valor de la conducta humana.
Cada vez que se intenta enfrentar la in-tolerancia se encuentra el dilema en el que, o se rechaza todo aquello que la constriñe o limite, derivando esto en una indolente indiferencia, o se establecen preceptos y convenciones rígidas que la definen, lo que hace lugar al fanatismo (Bada Panillo, 2011). La conocida paradoja de la “intolerancia a la intolerancia”, que preserva y reproduce aquello que inicialmente condena e intenta rechazar, es un ejemplo de cómo esa absolutización de la tolerancia empuja sin más a los sujetos hacia la homogeneización, pero también hacia formas muy violentas de segregación.
En el otro sentido, en la tolerancia como indiferencia, se revelan las premisas individualistas y mercantilistas propias de las culturas capitalistas contemporáneas, en las que la “tolerancia total”, sin matices, encubre y eterniza la intolerancia fundamental, transformándola en permisividad y aceptación de la opresión y de desprecio por el otro. El “vive y deja vivir”, frase profundamente arraigada en la matriz liberal (Bada Panillo, 2011) es un ejemplo de cómo se desliza y generaliza esta indolencia apática que socava la posibilidad de la indignación, ese afecto que puede motivar una acción que evite el sometimiento o la injusticia con el otro.
Una sociedad inclusiva, con su ideal de acogimiento de la diversidad de la subjetividad humana tiene en la tolerancia a uno de sus fundamentos, aunque encuentre igualmente en esos dos extremos —el relativismo de la indiferencia o el totalitarismo del fanatismo— sus puntos límites.
De la misma forma algunas prácticas pedagógicas —y las políticas públicas que de ellas se derivan— también se enfrentan a estos riesgos en tanto sus intervenciones, por más afianzadas que estén en los ideales de equiparación de oportunidades, igualdad en el acceso, universalización u homogeneización pueden derivar, cuando se y pierden de vista al sujeto, hacia prácticas o indiferentes o fanáticas, en las que se despoja de contenido humano a la acción y se protocoliza o dogmatiza la intervención
Algunas prácticas reeducativas con sujetos autistas, especialmente extendidas en Estados Unidos y en Europa, tienden a desconocer los arreglos subjetivos que construye ese sujeto en la fragilidad de su relación con el Otro, sometiéndolo a situaciones de exigencias desmedidas que, bajo la intención de garantizar derechos universalizados y de plena inclusión, reproducen esos “efectos perversos” (Boudon, 2009), efectos contrarios de rechazo y de segregación de quienes se muestran “insumisos” a esa intervención
Y es que el saber está ligado a una satisfacción, es decir, sólo hay construcción de saber si hay en juego algo del goce, y este, como la pulsión, no puede ser “del todo” educada (Freud, 1915 [1979])
El niño autista logra, muchas veces, a partir de su síntoma, extraer un saber que permite la inclusión del Otro en su vida, justamente cuando no se intenta de manera inmediata o intempestiva, que ese síntoma, su interés específico, su defensa, sean eliminados o suprimidos.
Es lo más humano de cada ser hablante, la falla, el síntoma, lo que en el documental “A cielo abierto” (À ciel ouvert, Otero, 2014) su directora logra transmitir: la forma en la que el Equipo de esa institución (Le Courtil, Leers-Noord) recibe y aloja no sólo el síntoma de cada uno sino también las invenciones que se sostienen de ellos. Esas invenciones que los niños elaboran en lo cotidiano para enfrentarse —sin ninguna exigencia preestablecida— al lazo con los otros; y las de un Equipo que se presta para acompañarlos en la búsqueda de una respuesta ajustada a sus necesidades apoyados en la lógica orientada en los principios del psicoanálisis de la orientación lacaniana.
Una posición que, ni obstinada en el empuje a la pedagogización ni refugiada en dejar hacer al sujeto con la iteración, se responsabiliza de un deseo, no anónimo, por hacer lugar a la máxima diferencia.
REFERENCIAS
Bada Panillo, J.R. “La tolerancia, entre el fanatismo y la indiferencia Recurso en Internet GPC 2011
Boudon, R. Efectos perversos y orden social. Premia Ed. Méjico DF 1980
Freud, S. “Pulsiones y destinos de pulsión” Vol. XIV Amorrortu Ed. ABs. As. 1979
Seynhaeve, B. Radio Lacan podscats. Recurso en internet, 2013
Tizio, H. “Lo que el niño autista enseña sobre la educación” Foro sobre autismo ELP Barcelona 2011